Los Quilmes y sus heroicas defensas del Valle Calchaquí

Los Quilmes y sus heroicas defensas del Valle Calchaquí

Por Rubén Omar Scollo

Cuando el conquistador Diego Almagro llegó desde el Perú allá por 1535 a través de un camino construido por los Incas cinco décadas atrás; el esplendoroso  y legendario Valle Calchaquí ( que hoy abarca las provincias de Catamarca, Salta y Tucumán), iba a ser defendido por una “Confederación de pueblos diaguita-calchaquíes”. Y esa resistencia ante el poderoso imperio español, fue quizás, una de las más heroicas y duraderas  ya que se prolongó por varias décadas.

Apenas se introdujo en Jujuy el numeroso ejército invasor, le dieron una “ferviente” bienvenida las etnias tumbayas, omaguacas, ocloya,paipayas y calchaquíes, entre otras. Ese recibimiento a puros flechazos hizo que los conquistadores huyeran rápidamente hacia el sector de Chile.

Muchos años de luchas cubrieron esa época de nuestro pasado, pero tanto hualfines, amaichas, pulares, tolombones y quilmes, entre otros pueblos indígenas del noroeste, fueron de a poco liberando zonas desde Salta, Catamarca, Tucumán y Jujuy; aunque también llegando a La Rioja, Santiago del Estero y la actual provincia de Córdoba. Los territorios citados, conjuntamente con un sector del Chaco, y parte de Formosa, formaban la “Gobernación de Tucumán”, nombre que supuestamente pudiera devenir de antiguos referentes incaicos como el cacique Tucma o de Tuku-Uman.

En honor al referente tribal  tolombón, Juan Calchaquí , se cree que esa región lleva su nombre. Por esos tristes y revoltosos días allá por 1562, se comprometieron en una reunión sagrada ante el poderoso sol, su deidad de preferencia,  a la drástica idea de resistir con consecuencias lógicas de “dar muerte o morir ante los invasores extranjeros que  manchaban honores”. La resistencia ante los hostiles visitantes fue escalofriante, maravillosa, pero ante la derrota y el hecho de no desear ser esclavizados, las mujeres de los guerreros decidieron  no dejarse tocar por español alguno. La consecuencia fue la que atravesó la historia como flecha voraz; ya que las nobles mujeres indígenas tomaron en brazos a sus hijos, se lanzaron sistemáticamente al vacío para liberarse y encontrase en ese más allá con las estrellas. Ese acto puro de rebeldía  ante tanta afrenta, siempre se recordó en nuestro noroeste y en toda América.

La historiadora y docente de la comunidad india de los  Quilmes de Tucumán, Gloria Yapura, preguntada en cierta ocasión acerca de esa trágica decisión había expresado: “se necesita una gran valentía para quitarse la vida y hacer lo propio con sus hijos. Aunque el primero de los amores de esa noble gente era la libertad, y prefirieron la muerte ante la esclavitud”.

Son muy pocos los descendientes de tan valiente etnia. Esos que en épocas de libertad vestían largas camisas de lana tejida adornadas por guardas geométricas, sustentadas por ponchos. En sus cabezas llevaban gorros con coloridas orejeras; pero detenidas en el tiempo quedaron hasta las vinchas, los prendedores y aros hechos  en huesos, metales y piedras. Atrás quedaron esos valientes hombres de los Valles que adoraban al bello sol. Ellos eran altos y fornidos, de agradables facciones y de tez lo bastante clara para diferenciarse de otros pueblos de la Argentina. Atrás quedó el tiempo de recorrer tanto territorio para ser “alojados  en la provincia de Buenos Aires”.

Desde sus comunicaciones a partir de su lengua, el cacán, se habrán pasado de boca en boca mensajes de amor y de guerra. Pero como nadie o tal vez como muy pocos, la valentía de esos pueblos norteños amalgamada entre  hombres y mujeres, todavía recorre los paisajes donde seguramente perduran en esos sitios de notable belleza, los cantos y los rituales impregnados de lealtad y de puras convicciones.