GENERAL CABRERA : Un abrazo que demoró 56 años
Por Gerardo Bessone. Especial para CodigoCBA desde General Cabrera.
Un abrazo algo tan simple como un abrazo dos jóvenes de 77 años emocionados y un puñado de lágrimas derramadas son los denominadores de esta historia. Ernesto Olloco de la Ciudad de General Cabrera y Norberto Zanardi del Delta bonaerense hacía 56 años que no se veían, un abrazo de dos amigos, separados por la distancia y el tiempo.
Un domingo de mayo de 2017 Gerardo Bessone, en aquel momento director de la página web “Gente de Cabrera” venía en colectivo desde Vicuña Mackenna, tras relatar el partido de Ateneo Vecinos y entremezclada con las informaciones deportivas llegó un mensaje de Gustavo García que desde Buenos Aires quería contactarse con Ernesto Olloco, ya que su suegro Norberto Zanardi quería visitarlo después de 57 años.
De inmediato; a pesar de la poca señal en el camino se realizaron los contactos con Natalia , nieta de Olloco; el cabrerense no pudo ocultar su emoción cuando le comentaron quien lo estaba buscando. Del otro lado Norberto no dejó pasar ni un minuto más y armó el viaje; su yerno lo acompañó a Cabrera y llegaron el siguiente jueves.
Con los ojos llenos de lágrimas se reencontraron el Barrio Parque de General Cabrera y se dieron un abrazo que demoró 56 años de historia y a los pocos minutos llegó Gerardo para entrevistarlos.
Arrancó Ernesto el dueño de casa contando que cuando lo convocaron al servicio Militar en 1960 creía que lo mandaban a Río Cuarto, pero en un tren lo llevaron a Campo de Mayo en Buenos Aires, allí lo conoció a Norberto con quien compartían una casilla de vigilancia de los automotores. La vida de ambos eran muy distintas Ernesto hombre del campo cordobés y Norberto vivía en una isla del Delta, fue lo primero que sorprendió fue la vida en las islas , Norberto le contaba que se movilizaba en una canoa a remos, con el hacha cortaba leña para vender.
“… Allí no hay remisses ni colectivos, se toma la lancha de pasajeros…” Ernesto recuerda cuando en 1960 conoció la casa de su amigo sorprendido por la vida de los isleños.
“… Por un tiempo intercambiamos unas cartas, pero después perdimos el rastro uno del otro…” dijo Norberto. También nos contó que cuando se puso de novio con su esposa compró un bote nuevo para ir a visitarla, lo lustraba para que luciera impecable ante la enamorada; cuando el río estaba crecido viajaban en calzoncillos para no mojar la ropa.
Recordaron cuando los padres de Ernesto le enviaban desde Cabrera chorizos y quesos de cerdo para compartir en la casilla con Norberto. “… En la casilla sobraba tiempo para compartir historias…” dice Norberto. “… Es una casilla como las que en la actualidad usan en el campo para las cosechadoras …” dijo Ernesto.
Norberto tiene un hermano gemelo, como dos hermanos no debían realizar el servicio militar la familia lo designó para cumplir la obligación patria. “… La maestra no nos conocía la única diferencia es una cicatriz en la mano… Cuando nos dejaba sin recreo nos quedábamos un recreo cada uno y nadie notaba el cambio…”
Ambos contaron que cuando hablaron por teléfono esta semana a muchos kilómetros de distancia se pusieron a llorar de la emoción. No paran de hablar, se cuentan miles de historias, recuerdan cada momento compartido en el servicio militar, se cuentan como formaron sus familias, de los hijos de los nietos. Contagian la emoción a quienes escuchan cada parte de la historia; se secan las lágrimas y siguen hablando.
Norberto vive en Escobar, pero sigue conservando la casa de sus padres en la isla del delta, el río es su vida la canoa es su raíz. Comentaba que ahora hay mucha gente que compra las casas en las islas para hacer turismo, destaca la tranquilidad de los isleños. Ernesto también dejó el campo y se instaló en Cabrera. Sus vidas se parecen, tal vez por ello se hicieron amigos, hablan de los viejos generadores de energía eléctrica, de la llegada de los postes de luz a las islas del Delta y a los campos de Cabrera.
56 años no es nada… Y allí estuvimos testigos de un abrazo que demuestra que la amistad es eterna… Historias de amistad que ni el tiempo ni la distancia pueden borrar.


