Arturo Illia o la honestidad política, que adoptó Cruz del Eje como su lugar en el mundo
 Arturo Illia o la honestidad política, que adoptó Cruz del Eje como su lugar en el mundo
 Arturo Illia o la honestidad política, que adoptó Cruz del Eje como su lugar en el mundo

 Arturo Illia o la honestidad política, que adoptó Cruz del Eje como su lugar en el mundo

Por Rubén Omar Scollo

Nacido en la ciudad de Pergamino, provincia de Buenos Aires en agosto de 1900 este  médico recibido en la Universidad Nacional de Buenos Aires, fallece en la “provincia que más quiso que fue Córdoba 83 años después". Es que Arturo Illia fue presidente argentino entre el 12 de octubre de 1963 y el 28 de junio de 1966, cuando fue derrocado por un golpe de estado cívico-militar.

Fue a su vez senador provincial, diputado nacional y vicegoberbador de Córdoba y en 1962 fue elegido gobernador de la provincia cargo que el golpe de estado contra Arturo Frondizi e impidió asumir. Fue también dirigente de la UCR y de la UCR del pueblo.

La forma en que Arturo Illia llegó a la presidencia de la Nación fue bastante particular, ya que esos comicios fueron controlados por las FFAA en los que se proscribió al peronismo y al comunismo y los mismos se llevaron a cabo mientras estaba detenido el anterior presidente constitucional Frondizi.

 Durante su gobierno intentó anular los contratos petroleros firmados por el ex presidente Frondizi con compañías extranjeras, pero terminó por derogar unos pocos acuerdos, renegociar algunos y la mayoría de las empresas siguieron produciendo. Se fomentó la industria nacional, destinándose  un 23 % del presupuesto del Estado a la educación (la mayor cifra en la historia del país), y entre otros de sus méritos figura la cifra de desocupación más baja  registrada históricamente  en la Argentina . Además llevó a una significativa disminución de   la deuda externa, conjuntamente con un pretensioso  un plan de alfabetización.

 Bajo su mandato se sancionaron la Ley de Salario Mínimo Vital y Móvil y la Ley de Medicamentos.

Entre sus mayores atributos los historiadores lo colocan entre los gobernantes más honestos, sino el que más. El presidente radical que había contado en su fórmula con Perette como vice,  vivió casi toda su vida en su humilde casa del norte cordobés (Cruz del eje). Allí se  dedicó a la medicina, y nunca utilizó sus influencias , hecho que lo obligó a vender su  auto estando en el ejercicio del mando y de negarse a utilizar fondos públicos para financiar sus tratamientos médicos. Luego de su gobierno, mantuvo su activa militancia política, rechazó la jubilación que le correspondía como ex mandatario y volvió a su pueblo para seguir dedicándose al campo de la salud.

Sus críticos consideraron que estaba totalmente ajeno a la temática contemporánea y disimulaba esta carencia con una constante apelación a un visceral optimismo y una cierta testarudez, y lo juzgaban duramente debido a su política que consideraban antidemocrática contra el movimiento obrero y el peronismo.

Tuvo una vida más que austera no muy común por estos años en los presidentes que han ocupado en sillón de Rivadavia. No obstante su imagen fue desconsolidándose   debido al juego de los medios de comunicación y sectores de poder afectados por sus medidas, para instalar la imagen de un presidente al que le atribuían cierta lentitud.

En una encuesta realizada en casi una década atrás para establecer las cien «personas más honestas» del mundo según los argentinos, Illia ocupó el tercer lugar, detrás del Papa Francisco y uno de los padres de la patria, Belgrano, superando a otros grandes internacionales como Gandhi y Mandela. Fue distinguido por el gobierno italiano con la Orden de Caballero de la  Gran Cruz con collar de Mérito. Sus restos descansan en el cementerio de la Recoleta de Buenos Aires, pero este paladín de la honestidad tiene varias historias que lo pintan de pies a cabeza.

Se decía que en su amada Cruz del Eje y cuando atendía como médico, mucho gente no podía pagarle sus visitas, y él les decía; “Ve esa cajita con dinero que está ubicada sobre la mesa, bueno saque lo que necesita…no se haga problema”. Cuando dejó el poder se fue sin un peso del estado, con unos pocos trajes, algunas corbatas y contados pares de zapatos. No le interesó el dinero, sólo quiso (según sus admiradores), el bien de su patria.