La antinomía Córdoba - Buenos Aires desde épocas de Sarmiento a la actualidad
Por Rubén Omar Scollo
Desde siempre, o ha sido un hecho histórico, la férrea resistencia cordobesa a muchas decisiones que partían del pasado desde Buenos Aires. Y durante los últimos años (a excepción del gobierno del presidente Macri, etapa en la que la provincia fue ayudada con fondos del gobierno nacional), los cordobeses cuestionaron determinaciones odiosas del proceder “porteño”.
Durante el pasado año, Córdoba concitó la atención de los diarios y los portales de noticias en más de una ocasión. La provincia mediterránea tuvo dos puntos de inflexión dignos de destacarse; uno de ellos fue cuando Alberto Fernández, presidente de la república, había dicho acerca de Córdoba “de una vez por todas necesitamos que se integre al país, y queremos que para siempre sea parte de la Argentina”. En esa frase existió la necesidad de destacar “que los cordobeses siempre necesitaban ser algo distinto”. Esas desatinadas declaraciones, por obviedad, estuvieron ligadas a la forma de “voto cordobés”. Y en verdad, cuando de votar se trata, Córdoba suele manifestar preferencias que no son afines al espacio político elegido por Alberto, luego del aval de la ex presidente y actual vice, para su postulación como primer mandatario. Caben recordar notables afirmaciones de Fernández en los canales de televisión capitalinos acerca de “lo malo que había sido el gobierno de su ahora aliada, y que debido a circunstancias que él no admitía se había ido de ese entorno”. Luego de eso, su cambio fue tan diametralmente opuesto, que comenzó por elogiar a cada momento a Cristina.
Y el otro hecho de notoria incumbencia se vincula a la ambición de la elite empresaria cordobesa. En diciembre pasado, la Fundación Mediterránea había comunicado su resolución de convocar a un economista especial, para liderar sus equipos de investigación. Lo interesante no pasó solamente por la influencia que ejerce dicha entidad, sino que también se había integrado al equipo, al economista porteño Carlos Melconian. A partir de allí se había optado por “la recomendación de un plan económico inexistente en nuestro país”, tal cual lo declaró en numerosas oportunidades el propio presidente de los argentinos (“no tenemos ningún plan”, sostuvo con hidalguía política en sus constantes declaraciones). Ambas situaciones que conllevan cierta complejidad, dan un matiz público de esta provincia singular. Córdoba no sólo es distinta y ciertamente opositora, además mantiene una alta aspiración de liderazgo en el plano nacional muy superior a la de cualquier otra provincia de nuestra república. Porque otros puntos importantes del país, rara vez se han comportado con tanta resistencia fundamentada no sólo por la cierta independencia económica respecto a otras provincias, sino que desde el vamos cuestionó históricamente actitudes arbitrarias surgidas de la siempre poderosa Buenos Aires.
Vale citar un pasaje “sarmientista” de su Facundo, escrito en la década del ochenta del siglo XIX, en esa reflexión narrativa, el líder sanjuanino, había sugerido que aquella Argentina estaba dominada por la disputa entre ciudad y campo, aunque también presentaba divisiones importantes entre dos ciudades, Córdoba y Buenos Aires, que para entonces ya estaban acunando expresiones antagónicas en la vida pública nacional.
Y el ex mandatario Sarmiento, ya en esa época, visualizaba algo que por las evidencias actuales, perduraría a través del tiempo. Lo cierto es que una Argentina unida, debería contemplar las aspiraciones y las grandes propuestas de personalidades de nuestro interior, y específicamente de la tan influyente provincia mediterránea.