Evidencias de la crucifixión en el mundo romano
Antiguas prácticas romanas
Bruno I. Scollo
En 2017 comenzaron a trabajar en Fenstanton, una pequeña localidad de apenas 2.500 habitantes en el condado de Cambridgeshire (Reino Unido). Allí, los arqueólogos de la compañía Albion Archaeology, no sabían que estaban ante uno de los hallazgos más importantes de las últimas décadas. El trabajo consistía en una excavación en principio rutinaria a un lado de la autovía A14, una labor habitual antes del inicio de cualquier proyecto de construcción, y que tenía como finalidad descartar la presencia de restos de importancia arqueológica.
Claro que las labores de excavación no tardaron en revelar que, en efecto, en aquel terreno donde se pretendía levantar un complejo de viviendas, había importantes restos de época romana. Los arqueólogos descubrieron hasta cinco pequeños cementerios, en los que llegaron a identificar en torno a medio centenar de restos humanos, correspondientes a más de cuarenta adultos y cinco niños.
Según los estudios preliminares, aquellos cuerpos databan de algún momento entre los siglos II y IV de nuestra era. En un primer momento no se detectó nada extraño, pero cuando los restos fueron enviados a un laboratorio de la ciudad de Bedford para un análisis más exhaustivo, se descubrió que uno de los esqueletos, correspondiente a un hombre de unos 25 a 35 años, presentaba un elemento de gran importancia: un clavo que atravesaba uno de sus talones, lo que a todas luces parecía ser una clara evidencia de que había sido ejecutado por medio de una crucifixión.
El talón del ajusticiado atravesado por el clavo
Las evidencias físicas de la crucifixión son muy escasas, de ahí lo relevante del hallazgo. Aunque en la actualidad estamos familiarizados con este sanguinario método de ejecución, sobre todo gracias a los relatos del Nuevo Testamento sobre la muerte de Jesús y a las habituales representaciones que se hacen en multitud de películas ambientadas en época romana, lo cierto es que las evidencias físicas sobre dicha práctica son muy escasas, por lo que el hallazgo de los arqueólogos británicos se ha revelado como un descubrimiento de enorme importancia para el conocimiento de esta época de nuestra historia.
El descubrimiento realizado en el condado de Cambridge es el cuarto de este tipo que se conoce en todo el mundo, y solo en otro caso, producido en Jerusalén en 1968, se encontró también un clavo, que en el caso inglés está mucho mejor conservado. El de Fenstanton es, además, la única evidencia de una crucifixión en época romana registrado en el norte de Europa.
Los romanos tomaron este método de ejecución de los cartagineses, quienes a su vez la 'copiaron' de los antiguos persas. Tal y como explica el experto Gunnar Samuelsson, historiador de la Universidad de Gotemburgo (Suecia) que dedicó su tesis doctoral a la crucifixión en la Antigüedad, este método de ejecución no era originalmente romano, sino que dicha práctica se tomó de los cartagineses, quienes a su vez la “copiaron” de los antiguos persas. Normalmente, la muerte de los condenados a crucifixión se producía por asfixia, pues los reos, atados o clavados a los postes de madera, sufrían severos problemas para espirar, lo que les impedía eliminar el CO2 del organismo y tomar oxígeno. Así, los desafortunados que eran ejecutados de esta forma intentaban desesperadamente tomar aire, y para ello luchaban por incorporarse sobre las piernas para inspirar, lo que desembocaba en una agonía más lenta y penosa. Si tenían la "suerte" de topar con un verdugo que se apiadaba de ellos, éste podía romperles las piernas para evitar que se incorporaran y así acelerar el deceso.
Fuente: (Albion Archaeology Y THE Guardian)