Un mensaje oculto en las paredes de la Parroquia de General Cabrera

Un mensaje oculto en las paredes de la Parroquia de General Cabrera

General Cabrera es una importante Ciudad ubicada en la zona agroindustrial conocida como “Región del Maní”; en ese lugar hay muchos mitos urbanos que tienen que ver con la historia misma de la Ciudad

Tras la publicación en una página web de noticias de la Ciudad de General Cabrera  de una  nota sobre la foto de la reforma de la Parroquia “San José” tuvo gran repercusión y con los comentarios de los lectores de esa página ahora tenemos para agregar una nueva historia, esta vez contada por uno de los albañiles a sus nietos.

Marino Palmisano, la versión oral decía que ese no era su nombre sino un seudónimo que tenía que ver con su ciudad natal, en realidad sí se llamaba Marino, ese era su nombre y el apellido debe escribirse con una sola s, la confusión data que en Cabrera muchos apellidos piamonteses se escriben con dos letras s. Pero más allá del nombre vamos a hablar hoy de una anécdota que Marino le contó a sus nietos y que tiene que ver con la reforma de la Parroquia de Cabrera en el año 1955.

Marino, siempre comentaba que  trabajó  en la construcción del frente de la Iglesia y también en el interior en mejoras que se le hicieron y también en la mayoría de los grandes mausoleos del cementerio, como inmigrante  trajo de la lejana Italia el arte del estucado y el "marmolado"; técnicas que eran muy utilizadas en aquella época en nuestra Ciudad.

El inmigrante siempre les  contaba a sus nietos historias  de su pueblo y lo que conoció, pero siempre se negó a hablar de su paso por la guerra que le tocó vivir muy de joven, emigró a Argentina como un derivado después de ser herido, algo que se hacía cuando el hombre ya no les servía para pelear.

Pero la historia que contaba Marino, y contó sin dar demasiados detalles, es que en una de las columnas de la Parroquia San José de General Cabrera dejaron una especie de mensaje para que si alguna vez el Templo sufría otra remodelación los albañiles del futuro lo recibieran.

Lo que nunca contó es en qué lugar lo dejaron exactamente y tampoco la técnica que utilizaron , ya que si se trataba de un papel seguramente sufrió algún deterioro; aunque si utilizaron como se solía hacer la técnica de la botella como cápsula del tiempo seguramente el mensaje sigue allí mirando desde adentro de una columna el paso del tiempo y escuchando los Santos Evangelios en cada Misa.

Ese mensajito de los albañiles será algo que estará allí para siempre o hasta que el edificio aguante o tal vez algún memorioso recuerde, donde y como dejaron el mensaje.