La misteriosa muerte del "brujo" amigo personal de Perón y su relación con el Uritorco

La misteriosa muerte del "brujo" amigo personal de Perón y su relación con el Uritorco

Por Miguel Altamira. Corresponsalía Capilla del Monte.

La muerte del empresario Jorge Antonio en el año 2007 -Jorge Antún Squen, su nombre real-, amigo y consejero del ex Presidente Juan Domingo Perón, dejó una considerable cantidad de secretos sin revelar y un misterio que seguramente con el tiempo dará lugar a otra serie de indescifrables de mitos y leyendas populares: El misterio del Cerro Uritorco.

A 110 kilómetros de la ciudad de Córdoba se encuentra una villa serrana. Capilla del Monte, que alguna vez fue la tierra de los Comechingones.

El empresario Jorge Antonio se llevó a la tumba el misterio del Cerro Uritorco.    

A principios del siglo XX la farándula argentina y artistas famosos de la época habían elegido Capilla del Monte como el refugio de moda para sus vacaciones. El turismo del lugar fue decayendo en una Argentina que estaba en etapa de explotación turística, desviandose hacia otras latitudes. 

Capilla del Monte, sin embargo,supo con el tiempo explotar otro atractivo que difícilmente decaiga con el correr del tiempo.

 

Guillermo Alfredo Terrera fue un humilde profesor cordobés que alguna vez imprimió unos cuadernillos en los cuales se refería a un antiguo ceremonial de los indios Comechingones a los pies del Cerro Uritorco, al que llamaba “el Valle de los Espíritus”. 

 

Terrera afirmaba, que en el Uritorco se erigía “la ciudad intreterrena de Erks”. Supuestamente, una ciudad dentro de las cavidades del enorme cerro. En otras latitudes del mundo también se hacía referencia a la existencia de estos fenómenos sobrenaturales, y los supuestos avistamientos de Ovnis alimentaron el mito del lugar.   

 

 

El 9 de enero de 1986 en los cerros de Pajarillos (lugar aledaño en Capilla del Monte), una mancha quemó la tierra en forma circular, fenómeno que llevó a las autoridades del lugar a presentar el escenario como el de posibles avistajes de Ovnis.

 

En esa época comenzó la peregrinación de seguidores del fenómeno OVNI de todo el mundo, muchos también se decían devotos de una fraternidad cósmica que iban al encuentro de sus hermanos superiores. mucha locura se vivió en esos tiempos de confusión entre fenómenos realmente inexplicables y sucesos que rayaron en lo psicótico.

 

En ese preciso momento nació la leyenda, Angel Cristo Acoglanis, un médico nacido en Grecia en 1925 y llegado a la Argentina en 1950. Radicado en principio en la ciudad de Rosario, Acoglanis decía haber cursado en los Montes del Tibet las técnicas antiquísimas de imposición de manos para curar a los enfermos. Las mismas que utilizaba Cristo, según referencias bíblicas.

 

Acoglanis fue uno de los  primeros en viajar a las sierras del pajarillo y en el Valle al que él llamaba, “De los Espíritus” organizaba como un sacerdote, ceremonias nocturnas en las noches de plenilunio. Utilizaba para cantar salmos e himnos espirituales en el idioma sánscrito, lenguaje utilizado para las escrituras sagradas del mundo Oriental .

Pero un dia ante la sorpresa de todo “el ambiente espiritual” que lo seguía, Ángel Cristo Acoglanis, fue asesinado por su amigo y mecenas. Rubén Antonio, hermano de Jorge Antonio, quien lo acompañó muchos años.

El 19 de abril de 1989 sucedió lo imprevisto. Un crimen extraño, anormal, exagerado, con ribetes de sociópata, en los medios trascendió la frase “muerte a los brujos negros”, pero nunca se confirmó, si este dicho, fue el grito final del asesino antes de descargar su arma  . 

Rubén asesinó al médico Acoglanis y la historia y leyenda del Uritorco se tiñó de sangre y dudas.

Angel Cristo Acoglanis tenía montado su consultorio de Buenos Aires, en la calle Callao 1541, pleno barrio de la Recoleta. Había cumplido 63 años cuando Rubén Antonio -cuatro años menor- se presentó el 19 de abril de 1986 a las 10.30 de la mañana. La secretaria del galeno, de nombre Tina, declararía en la Justicia que dejó pasar al hermano de Jorge Antonio a sabiendas del vínculo personal que mantenía con Acoglanis.

Repentinamente alcanzó a escuchar los gritos de súplica del médico: “No lo hagas, negro, no lo hagas”.
 

Tina pudo ver como el socio de Acoglanis esgrimía un pistolón en sus manos, y tembloroso disparaba repetidamente contra el médico hasta darle muerte, en medio de un impresionante charco de sangre.
 

Casi de inmediato y con el rostro fuera de sí -eso dijo Tina-, Rubén Antonio se trasladó a la comisaría 17ª. Allí entregó el arma homicida y dijo ante el oficial de guardia… “acabo de matar a un brujo y me siento muy aliviado”. La causa por el homicidio se sustanció en el juzgado penal de la doctora María Servini de Cubría.

Dos muertes terribles y una leyenda es todo lo que queda de aquella trágica historia comenzada a los pies del Cerro Uritorco.    

Con una increíble celeridad que despertó sospechas por doquier, el juzgado interviniente reunió una junta psiquiátrica que dictaminó un estado de insanía en Rubén Antonio. En lugar de ir a la cárcel, el asesino de Acoglanis fue internado en un instituto psiquiátrico y puesto bajo tratamiento por especialistas. Cuatro años después, el juzgado consideró que Rubén Antonio había recuperado sus facultades mentales y le concedió una especie de libertad ambulatoria.

El hijo de Acoglanis era un periodista rosarino que intrigado por el enigmático asesinato de su padre, pidió a algunos colegas porteños que trataran de averiguar los motivos del desdichado desenlace de su amistad con Rubén Antonio. Una tarde, los hermanos Antonio se reunieron en un edificio del barrio de Belgrano. Nada se sabe sobre los pormenores de aquel encuentro, pero Jorge Antonio le dijo posteriormente a sus familiares que había quedado impresionado -y angustiado- por los dichos de su hermano.

Instantes después de la reunión, Rubén Antonio se suicidó arrojándose desde la terraza del edificio. El periodista que se encontró varias veces con Jorge Antonio para tratar de concluír los motivos del enigmático asesinato, halló siempre la cerrada negativa del empresario para referirse a dicho asunto. Siempre con amabilidad respondía: “Por favor, no me haga hablar de eso…”.

Jorge Antonio nunca se repuso del golpe causado por el sangriento episodio de su hermano Jose , y nunca más quiso hablar de ello. 

Hoy el Cerro Uritorco es un sitio convocante de peregrinos que buscan hallar cargas energéticas y residuos de las visitas sobrenaturales a las cuales Acoglanis , Rubén Antonio , Alfredo Terrera y muchos otros ayudaron a difundir en la Argentina y todo el mundo.

Un monolito en recordación de Sarumah -el nombre místico con que se conoció a Acoglanis- y una chapa de bronce con una leyenda que dice “En la luz y el amor, siempre”,  es el recuerdo que queda en el camposanto de Capilla del Monte .

La muerte de Jorge Antonio hizo que se volviera imposible aclarar los motivos del comportamiento de su hermano, aunque muchos afirman que había más OVNIS  y supuestas entidades mágicas , en fin... Dos muertes terribles y una leyenda es todo lo que queda de aquella trágica historia comenzada a los pies del Cerro Uritorco.