A pesar de las adversidades, con mucho esfuerzo un hombre de 78 años se recibió de médico

A pesar de las adversidades, con mucho esfuerzo un hombre de 78 años se recibió de médico

Actualmente, el camino de la preparación para poder desarrollarse en una profesión que uno anhela ser  puede tornarse de dos manera: muy ligero y fácil o muy largo y duro. Más allá de las adversidades que podemos encontrar en el camino, es importante no perder el foco de la meta a donde uno quiere llegar y para ello es vital la perseverancia. También es fundamental entender que nunca es tarde para estudiar y recibirse.

Un ejemplo de esto, es Jorge Antonio Díaz Solís, un panameño de 78 años, quien recientemente se recibió de médico en la Universidad Nacional de Córdoba.«Esta era mi meta final y la he cumplido», expresó Díaz Solís mientras levantaba orgulloso el título de médico, en el acto de colación de grado.

Le llevó 40 años cumplir su sueño, que ahora ve plasmado en un diploma que trasciende con creces las pocas palabras que lo habilitan para ejercer la medicina, sino que son la máxima expresión del esfuerzo y la constancia.

Para él, la vida nunca fue fácil. Llegó a la Argentina procedente de Panamá hace más de 50 años con una delegación diplomática y al poco tiempo quedó sin trabajo, por lo que tuvo que rebuscársela para sobrevivir.

Comenzó a trabajar en un cortadero de ladrillos. Durante 12 años se despertaba al amanecer para caminar cuatro horas para ir y volver al Hospital de Clínicas, donde realizaba las prácticas profesionales.

Allí, un profesor que lo vio durmiendo en el suelo del edificio lo contactó con el Ministerio de Desarrollo Social, momento en el que fue alojado en una de las casas del programa Viviendas Tuteladas y pudo culminar sus estudios acompañado por un equipo interdisciplinario.

Es importante aclarar que las Viviendas Tuteladas son casas ubicadas en barrio Ejército Argentino y Panamericano, donde son alojadas personas mayores que decidieron vivir solas y no cuentan con el acceso a la vivienda propia.Son casos en los que las familias no están en condiciones, por distintos motivos, de alojarse en sus casas y necesitan de la asistencia del Estado.

Panameño de origen y cordobés por adopción, nunca dejó de estudiar desde que llegó a la Argentina. «A los estudiantes de hoy les diría que sean honestos con sus propios deseos, que pidan ayuda y nunca traicionen a sus familias», reflexionó el flamante médico.

«Viví 12 años en un cortadero de ladrillos e iba rindiendo a medida que podía, caminaba dos kilómetros y medio ida, y lo mismo a la vuelta para poder cursar», agrega Jorge Antonio, quien sostiene que «nada se logra sin esfuerzo».