Aniversario de la muerte de Borges en Ginebra
Aniversario de la muerte de Borges en Ginebra

Aniversario de la muerte de Borges en Ginebra

 

 

Por Rubén Omar Scollo

Seguramente la imagen y presencia volátil de Jorge Luis Borges, estará dando vueltas no sólo por los arrabales porteños (lugares o sitios que él supo describir como ningún otro); también su figura ya entrada en años y con una ceguera irrecuperable, se estará trasladando de los emblemas de Buenos  Aires emparentados con la clase media, hacia el campo para seguir describiendo a los gauchos. Fue uno de los autores que supo más del gaucho y de los guapos, sin haberlos conocido, pero eso formaba parte de sus ficciones. "La belleza es ese misterio hermoso que no descifran ni la psicología ni la retórica", expresó cierto día.

Un 14 de junio de 1986 dejaba de existir en Ginebra tal vez, el escritor argentino más reconocido en el mundo y con obras traducidas en varios idiomas. Admirador y lector de Goethe, de Kafka, de Schopenhauer, de Whitman, de Byron. Amigo de Victoria y Silvina Ocampo, no sólo fue un exponente de alto vuelo de la literatura nacional, no, ya que sus obras volaron por el mundo como gorriones que escapan a las lluvias.

Con la obtención del Premio Internacional de Literatura Formentor, que comparte con Samuel Beckett en 1961, la crítica descubre a Borges a nivel planetario, y las invitaciones, los doctorados honoris causa, los ciclos de conferencias, los premios y las traducciones a las más diversas lenguas se sucedieron en un vértigo incesante, que lo convirtieron en uno de los escritores vivos de mayor prestigio y reconocimiento universal.

El impactante y masivo reconocimiento público de la figura y la obra de Borges debe ser situado como un efecto derivado del llamado Boom de la literatura hispanoamericana. La demanda por parte del público de obras de autores latinoamericanos no se agotó con aquellos que originalmente pertenecían a la generación del Boom (Julio Cortázar, Gabriel García Márquez, Mario Vargas Llosa, Carlos Fuentes, Juan Carlos Onetti, Mario Benedetti), sino que se extendió a un grupo de escritores que, por edad y por preferencias estéticas, no formaban parte de esa órbita, como Juan Rulfo, Miguel Ángel Asturias, Alejo Carpentier, José María Arguedas o el mismo Borges.

Había nacido en Buenos Aires en 1899 y dejó de latir su corazón inquieto en Suiza. Fue uno de los grandes de la literatura hispanoamericana del siglo XX. Incursionó en varios géneros, que en circunstancias fusionó con total maestría, pero sus relatos breves fueron de los mejores y sumamente irónicos. Lo fantástico en sus ficciones siempre se vincula con una alegoría mental, mediante una imaginación razonada muy cercana a lo metafísico.

Ficciones (1944), El Aleph (1949) y El Hacedor (1960) constituyen sus tres colecciones de relatos de mayor proyección. A pesar de que su obra va dirigida a un público comprometido con la aventura literaria, su fama es universal y es definido como el maestro de la ficción contemporánea. Sólo su ideario político pudo impedir que le fuera concedido el Nobel de Literatura. De todos modos, el mal ya estaba hecho, porque su actitud inicial le había granjeado las más firmes enemistades en Europa, hasta el punto de que un académico sueco, Artur Ludkvist, manifestó públicamente que jamás recaería el Premio Nobel de Literatura sobre Borges por razones políticas. Ahora bien, pese a que los académicos se mantuvieron recalcitrantemente tercos durante la última década de vida del escritor, se alzaron voces, cada vez más numerosas, denunciando que esa actitud desvirtuaba el espíritu del más preciado premio literario.

Sus veranos los pasaba en  el Hotel La Delicia de la localidad bonaerense de Adrogué, esa ciudad actual del AMBA, lo cobijaba entre su distinguida gente adinerada. Borges, junto a Cortázar, Bioy Casares y Sábato, fueron los emblemas de una literatura tan disímil en lo político, como en lo literario, pero fue quizá, el más grande escritor nacido en nuestras tierras.