¿Es el humor cordobés el mejor de la Argentina?

¿Es el humor cordobés el mejor de la Argentina?

Por Rubén Omar Scollo. Especialista en Antropología

Hay sitios en el mundo donde su gente tiene rasgos distintivos. Existen lugares donde los pobladores, se destacan por su galantería, otros por la elegancia de sus mujeres o de los hombres. Si uno recorre Latinoamérica, la gracia de los cuerpos  (en caso de estar en Cuba, Colombia o Puerto Rico) al escucharse una salsa, bomba o merengue, esa gracia se ve reflejada en movimientos acordes y sensuales que acompañan los ritmos musicales. 

Dentro de nuestra geografía, cada provincia tiene su sello que la distingue de las otras, en Santiago del Estero la tonada y la chacarera; en Corrientes, Entre Ríos y Misiones, tal vez el arte de la pesca; en la Patagonia, la avidez por el montañismo y las reuniones con canciones y humor europeo…Pero Córdoba, es realmente especial. El humor de esta parte del mapa hace a sus habitantes no solamente “graciosos”, sino grandes animadores de almuerzos, cenas o simples encuentros de amigos. Porque desde los chistes y  los cuentos que recorren las geografías y los apodos; los de borrachos ,tan bien contados por Chichilo Viale, el “Negro” Álvarez, Cacho Buenaventura o el “Flaco” Pailos, por citar algunos de los buenos gestores del arte cordobés; dentro de esa amalgama de posibilidades con combinaciones lingüísticas, donde se destacan desde los regionalismos hasta las tonadas. En ese enjambre de situaciones que a veces son cercanas a lo grotesco (aunque extremadamente gracioso), detrás de cada palabra puesta en forma de chiste, los cordobeses son los número uno de toda la Argentina.

“Si bebe usted para olvidar, por favor pague por adelantado”. Con un lenguaje simple, hasta inocente, en muchas reuniones la gente comienza a reírse sin parar con frases como la descrita.

Y la pregunta a hacerse es ¿de dónde proviene ese arte de contar situaciones descabelladas y cómicas? ¿Cuál es el origen de tanta imaginación puesta  en palabras? Porque si en los potreros de Buenos Aires se juegan buenos picados; o en Rosario surge en cada calle el fervor por el fútbol que divide a la ciudad entre “leprosos” y canallas”, o entre tucumanos y santiagueños se identifican por sus cargadas; donde los primeros son tildados de rápidos en el campo de “lo ajeno” y los segundos, en la forma de probar los colchones sin despegarse de  ellos. Aquí, en Córdoba, el chiste, los cuentos, la humorada no le hace mal a nadie y estimula las endorfinas.

Cierta vez quien escribe fue partícipe de un asado donde habían invitado a un tal “Kicho”, de Villa del Totoral. Nunca (a pesar de las bondades de esa carne) ningún comensal pudo abrir y cerrar la boca entre bocado y bocado sin escapársele una estruendosa carcajada. Porque las risas a más de extenderse, se habían transformado en el centro (“Kicho” mediante) de ese almuerzo jocoso, divertido y por demás ameno.

El humor cordobés así interpretado, tuvo sus orígenes (según aseguran algunos estudiosos del tema) en la calles de la capital y en cada pueblo de la provincia. Lo cierto es que si bien no existe una historia precisa de sus comienzos, se dice que los cordobeses viven la vida de otra manera, que incorporan el humor para mitigar desde infortunios y necesidades. Y es por estos días que un grupo de amigos y de humoristas gráficos, denominaron “San jerónimo Dei”, coincidente con la fecha de Don Cabrera que es el 30 de septiembre, al “día del humor cordobés”. Por supuesto que este hecho es reciente, pero seguramente tomará características relevantes con el transcurso del tiempo.

Atrás en el pasado quedó la revista “Hortensia”, que en 1971 salió a los quioscos con 2500 ejemplares, escasos por cierto; pero que es recordada hasta en la capital de todos los argentinos.

Ser cordobés implica una relación íntima con el buen humor y las cargadas de diferente índole. El humor popular de la provincia, siempre ha tenido el trasfondo de la crítica social asociada al costumbrismo, las denuncias de desigualdades sociales y le fue dando a lo largo del tiempo voces a los humildes. Generalmente los chistes cordobeses tienen un remate en un acto melancólico minado de resignación que reafirma saberes populares. El caso de “Doña Jovita”, esa viejita que cuenta historias de Traslasierra, le da a esa zona un contexto de identidad. Y no sólo es la cargada sana que emanan de los chistes o de las historias cómicas de Córdoba, sino también los apodos espontáneos y únicos; la invención de vocablos y una exageración de las tonadas, las que precisamente no corren el peligro de la extinción.