
Opinión: Quién paga la fiesta?
La Argentina decidió demoler su sistema político. El país elegirá entre “el loco de la motosierra” y un “fullero”. El descarado despilfarro de recursos públicos de parte de Sergio Massa tendrá efectos económicos gravísimos para todos los argentinos. Negar falsear o manipular la realidad tomando al otro como estúpido, ha sido una constante de la campaña. Alguien va a pagar la fiesta, porque no se puede gastar alrededor del 1,2% del PBI para que el candidato de Unión por la Patria triunfe en el balotaje del domingo.
POR ARISTOBULO GONZALEZ
La Argentina decidió demoler su sistema político. El país eligió decidir entre “el loco de la motosierra” y un “fullero”, según los motes autoimpuestos desde sus respectivos espacios a Javier Milei y Sergio Massa. Más de tres de cada diez votantes que quedaron sueltos deambulan entre dos variantes que habían pensado como inaceptables. El creador de La Libertad Avanza creció al amparo del hartazgo social. Massa ganó la segunda vuelta con la peor cosecha de votos de la historia del peronismo.
Hubo un castigo, Massa sacó 12 puntos porcentuales menos que los que obtuvo Alberto Fernández para consagrarse en primera vuelta, en 2019. Otra vez, hubo una notable reivindicación a las formas más corruptas de la gestión pública. Por caso, los vecinos de Lomas de Zamora plebiscitaron con casi el 50 por ciento la frívola ostentación del jefe de gabinete bonaerense, Martín Insaurralde. Con la misma intención con la que Mauricio Macri lo apodó “Ventajita”, la vicepresidenta describió a Massa como “fullero”. Massa es el candidato de un peronismo en fuga; es el hijo no deseado del fracaso de Cristina, en particular, y del experimento del peronismo reunificado, en general. La mentira cada vez tiene más protagonismo en los debates políticos.
Se tilda de mentirosos a los adversarios, sin que estos últimos se quejen de sufrir un agravio. Se habla de la ‘cultura de la mentira’ en la que la falsedad se utiliza como estrategia y herramienta política. Hoy percibimos la existencia una “mentira emocional” denominada posverdad, que se identifica con el desprecio de la verdad. Sergio Massa no ha dejado dudas de esa función de la mentira a lo largo de su campaña política cuando sus verdaderas credenciales son los nefastos resultados del presente. En esa ambición de poder de Massa, se falsean datos y hechos, se desacredita al adversario y se miente sobre uno mismo, se borran las molestas huellas de los fracasos, los juramentos, y puede fabular impunemente de todo el pasado que lo incomoda con el presente. Negar falsear o manipular la realidad tomando al otro como estúpido ha sido una constante en el actual ministro de Economía y precandidato presidencial.
Es inútil exhibirle a Massa todas las pruebas (escritas, grabadas, filmadas y documentadas) que permiten cuestionar su tan declamada ética porque es probable, a la luz de la experiencia, que las niegue rotundamente una por una sin el menor rubor. Días pasados en un programa de TV manifestó que era el autor de la ley de Extinción de Dominio. Falso. Ese proyecto de ley nunca fue sancionado: no es ley. Patético, se atribuyó la autoría de una ley que no existe. La sociedad no es del todo inocente en el proceso de la ilegalidad. En el universo kirchnerista, cada vez que se descorre un telón aparecen pornográficamente bolsos, fajos, champagne y Rosaditas, espías, yates y modelos. Pero no hay forma de borrar prontuarios: aunque Sergio Massa quiera tomar distancia. Una vez más, el kirschnerismo se transforma para sobrevivir. La encuesta efectuada por La consultora DyC en un trabajo realizado entre el 3 y 7 de noviembre, arrojó resultados reveladores sobre la credibilidad de los candidatos: a Javier Milei le cree casi el 60%. A Sergio Massa solo el 31,8%.
La mitad. Alguien va a pagar la fiesta, decimos, porque no se puede gastar alrededor del 1,2% del producto bruto interno a fin de hacer lo posible, y hasta lo prohibido por la ley, para que el candidato de Unión por la Patria triunfe en el balotaje del domingo 19. No ha habido en la historia electoral de la Argentina un caso parecido al de este candidato que ha comprometido en términos fabulosos la economía nacional, sobre cuya gestión elevó en 4 millones el número de pobres de la Argentina y subió en un año el costo del dólar de 300 a 1000 pesos ha agotado con planes demagógicos, las últimas reservas de un Estado en toda la línea quebrado. Pese a la intensa campaña del miedo utilizada por Sergio Massa, la gente no le cree.
¿Se encuentra realmente la Argentina ante una encrucijada apocalíptica? El 19 de noviembre habrá un camino sin retorno y no habrá un mañana? Debemos tener fe en los anticuerpos de la sociedad civil. Nada es para siempre, de héroes a villanos, el paso es corto.