Copacabana, un lugar cordobés  donde vive la historia

Copacabana, un lugar cordobés donde vive la historia

Por  Rubén Omar Scollo- Especialista en Antropología-

Desde mediados del siglo pasado, el investigador Alberto Rex González se dedicó a realizar una serie de excavaciones en la localidad rural serrana de Copacabana, situada en el noroeste provincial.  Perteneciente al departamento de Ischilín y  a sólo ciento treinta y siete kilómetros de la capital cordobesa, el lugar fue motivo de investigaciones iniciadas más precisamente entre febrero y marzo de 1950. Allí se había demostrado la ocupación de indígenas en ese extenso valle provincial. 

Entre los hallazgos puede hacerse mención de cáscaras de huevo de ñandú, abundantes restos de cenizas (fogones), trozos de cerámicas y  restos óseos pertenecientes  a  cérvidos y camélidos. Ese sitio ocupado por antiguos habitantes comechingones, de acuerdo a lo que en su momento había destacado el científico citado, le proporcionó la certeza que la dieta de esas comunidades difería  de las que se ubicaban en Ongamira, ya que los primeros consumían carne de mamíferos y los del segundo sitio se alimentaron  principalmente de vegetales, ya que esta última se encuadraba dentro de un poblamiento agro-alfarero.

No obstante, tanto Andrés Laguens como  Mirta Bonín, arqueólogos-antropólogos que no hace mucho fueron directores del Museo de Antropología de la ciudad de Córdoba, en excavaciones llevadas a cabo entre 1989 y 1993,  descubrieron pequeños yacimientos que denotaban lo esencial para la subsistencia de la vida humana. En los mismos encontraron materia prima lítica, que en el pasado eran utilizados para la fabricación de cuchillos, puntas de proyectiles, manos de morteros y conanas.

Esos elementos les proporcionaron a los pobladores de entonces, la posibilidad de cazar guanacos; aunque aquellos cazadores recolectores  se desplazaban  por las llanuras y  tenían sitios temporarios de residencia a mitad de camino. Para complementar sus dietas, también  se infiere que se dedicaban a la recolección de frutos vegetales como la algarroba u otras especies comestibles. El   lugar en el que los últimos investigadores estuvieron desarrollando sus trabajos específicos, presentaba un asentamiento principal  grande, que a su vez formaban un sistema ya que se vinculaba  con otros de menores proporciones que rodeaban al primero. El área estudiada era una gran aldea  que comprendía unos doscientos cincuenta metros de este a oeste y doscientos metros de norte a sur. 

En la zona y en cercanías de un alero, hallaron registros de un sitio agro-alfarero que les permitió el descubrimiento por debajo de la citada ocupación; de otra anterior y antigua. La misma  estaba vinculada a cazadores recolectores que de acuerdo a lo interpretado por los arqueólogos (fechado de inicio y final) “se ubican en los años 6200 y 5900 antes del presente”.

Además, existen en las cercanías morteros trabajados sobre las rocas donde en su interior se observaron superficies lisas, debido al proceso que realizaban los indígenas relacionado a la molienda de granos. Para finalizar la descripción de ese particular paraje del norte cordobés, vale resaltar las muestras pictográficas pintadas en blanco y negro en las paredes del abrigo. De acuerdo a lo detallado por el equipo de científicos, algunas parecerían ser figuras de ñandúes; otras tienen algo así como una especie de T, presentando las restantes  formas de U y de Y. Al ser de un carácter abstracto, su interpretación cae en el campo “de la dificultad”.

La población actual de Copacabana es escasa, distando de ese pasado donde existían esas  aldeas de comechingones que la habitaban, antes de la llegada de los españoles.