¿De qué se trata la ecoansiedad?

¿De qué se trata la ecoansiedad?

Si nosotros no cuidamos de nosotros mismos no podemos desarrollar nuestra vida de forma completa, ni tampoco podremos cuidar del planeta. Por eso, debemos entendernos a nosotros   mismos y cuidarnos para estar bien, para desarrollar plenamente nuestra vida, y después para resolver estos problemas climáticos que nos agobian.

Al respecto la doctora en Ciencias Biológicas y máster en Psicología Social, Teresa Franquesa Codinach, apunta a la importancia de "seguir una perspectiva saludable sin caer en la desesperación, identificar pasos concretos, y buscar compañeros de camino porque no estamos solos".

Esta experta acaba de publicar  'Cambio climático y ecoansiedad. De la preocupación a la acción', un manual en el que expone todas las consecuencias y cambios que sobre el planeta está realizando la acción del hombre y el cambio climático y que, sin duda, dañan a nuestra salud, y perjudican a nuestra vida.

En referencia a la ecoansiedad, Codinach sostiene que es una "palabra práctica", que resume "emociones difíciles que muchas personas sienten", frente a la situación que está viviendo nuestro planeta."Pasa como con esas palabras que vienen del inglés y juntan 'eco', de ecología, y 'ansiedad', como término muy general de algo que nos molesta. Pero no hablamos de un trastorno  de ansiedad, ni de una enfermedad, ni de una patología, sino que es una palabra cajón de sastre para reunir las respuestas emocionales frente a la crisis ambiental, especialmente frente al cambio climático", agrega.

Son respuestas sensatas, tal y como confirma, porque surgen de la inquietud frente a cosas que nos perturban, como el estado del planeta, pero insiste en que esto lo tenemos que entender "como un aviso para pasar a la acción y no quedarnos asustados".

Además, Franquesa Codinach destaca que hay muchas emociones vinculadas a la ecoansiedad; si bien matiza que las que tenemos más a menudo son el miedo a lo  que pueda suceder, un miedo que está vinculado a la preocupación por nosotros, nuestros seres queridos, y otros que viven quizá lejos.

Otra es el duelo y la tristeza, según prosigue esta experta, cuando vemos que en nuestro entorno se pierden cosas bonitas como pueden ser los árboles que mueren por la sequía, o los corales que desaparecen, o algo más cercano, paisajes que solían estar nevados en nuestra infancia y ahora no.

"Está esa sensación de duelo por perder cosas, la tristeza es muy habitual; pero también se encontraría la rabia, porque no se hace todo lo que se debería y esto nos enfada, y hace tomemos medidas importantes hacia la acción. A su vez, dice que se encontraría la emoción de la culpa porque pensamos que nosotros no estamos haciendo lo que debemos.

"Todas estas emociones, aunque sean molestas, nos dan información que nos conviene incorporar de manera útil a nuestro razonamiento, y no podemos dejar que nos lleven como un tronco a la deriva, sino que justamente es clave entenderlas para usarlas de manera inteligente", refiere esta doctora en Ciencias Biológicas.

Con ello, la también voluntaria ambiental, en entidades como la Sociedad Catalana de Educación Ambiental, aboga por darnos permiso para sentir estas emociones en primer lugar para, después, ponernos manos a la obra y no caer en la sensación de que no podemos hacer nada "porque sería un gran error".

 Así, subraya que para convertir esta preocupación en acción primero debemos seguir las recomendaciones a nivel individual para cuidar de nuestro planeta,  si es posible juntándonos con otros para su consecución, pedir a quienes tienen más capacidad de impactar, a los gobiernos o a las grandes corporaciones que actúen y hagan su parte por cuidar del planeta; o bien poner en marcha proyectos comunitarios que mejoren nuestra vida y entorno, como una cooperativa de consumo agroecológico, dado que son productos que no dañan el entorno y con ellos dice que podemos alimentarnos mejor.

Hacer uso de aplicaciones que te permiten aprovechar al máximo aquellos alimentos que se van a estropear y que luego los comercios los ponen a un precio más barato,  o grupos que hacen limpieza de playas, grupos de mujeres que intercambian maneras de cocinar hacer en casa maneras de cocinar o gestionar las cosas o reducir las emisiones. Insiste en la importancia de crear estos contextos alternativos porque, según argumenta, a la vez que mejoras el entorno, también facilitas que a nivel individual se hagan buenas prácticas.

Con ello, esta experta aboga por enseñar a los más pequeños a amar su entorno, a disfrutar de que en familia podamos salir y desarrollar ese amor por el entorno que hará que probablemente esto repercuta en una responsabilidad a la hora de cuidarlo, más que hablar de estos problemas que indica que son demasiado pequeños para comprenderlos.

 "Sí es una medida de prevención el poder hablarlo cuando ellos presenten dudas o preocupaciones, acompañarles y hacerles entender que somos muchos los que trabajan para que las cosas no vayan a peor, y dar un sentido de esperanza y tranquilizarles porque ellos no podrán abordar ninguna solución desde la angustia. Vale la pena asegurarles que somos muchos los que hacemos todo lo que podemos", concluye Teresa Franquesa.

 

Fuente: InfoSalus