TITANIC: historia, naufragio y la valentía del riocuartense Andrew

TITANIC: historia, naufragio y la valentía del riocuartense Andrew

De Río Cuarto al  TITANIC.

Edgar Andrew había nacido en la provincia de Córdoba, exactamente en Río Cuarto, en 1895. Su fallecimiento se dio en el Océano Atlántico Norte 1912. En esas aguas donde perecieron las víctimas de un naufragio que alteró la historia de la navegación en el mundo.

 

Los Andrew  eran una familia de origen británico que se habían radicado en la por entonces pujante provincia de Córdoba. Roberto Pasoli, nieto de Wilfred Andrew, uno de los hermanos del extinto e infortunado viajero, hizo saber parte de esta bonita y trágica historia.

Silvio Andrew fue otro de sus hermanos que había sido enviado a los Estados Unidos a pedido del almirante Manuel Domecq García, como experto en construcción de barcos a revisar los avances de los buques, y acorazados, encargados por el gobierno argentino de ese periodo. Tanto el navío “Rivadavia” como “Moreno”, debían tener la supervisión de nuestro país, y por ese motivo había sido enviado el ingeniero Andrew.

Tal fue la acogida en los Estados Unidos que hasta ese prestigioso profesional argentino de origen británico había conocido a su futura esposa. En vísperas de boda, fue cuando invita a viajar a EE.UU a su hermano Edgar.

Por una huelga de carboneros Edgar debió aceptar y su pasaje fue cambiado, del Oceanic al Titanic. Había embarcado en el puerto de Southampton, Inglaterra, con rumbo a Nueva York en América.  Claro con su enojo, al principio se basó en que se le redobló el costo agregando 12 libras en una litera de segunda clase.

Su prometida le había anunciado por correspondencia que viajaría a despedirlo desde Buenos Aires, lo que no sabía era que le habían cambiado el pasaje. Edgar entonces le escribe: “Me vi obligado a embarcarme en otro nuevo transatlántico. No puede imaginarse cuánto siento el irme sin verla. Se comenta que es el vapor más grande del mundo lo que para mí no representa ningún orgullo pues en este momento desearía que el Titanic estuviese en el fondo del océano”... fueron las trágicas e incomprensibles palabras del riocuartense. Enojado, Edgar, al no poder despedirse de Josey, había abordado a regañadientes, lo que sería su último viaje a sus 17 años, no percibiendo lo que iba a sucederle a él y al resto de los viajeros.

Edwina una sobreviviente que falleció pasado sus cien años, mucho tiempo después del hundimiento contó que Edgar le había dado su chaleco salvavidas y luego se arrojó al mar. El último gran gesto de un argentino joven y valiente que “con sus palabras dispersadas al viento, no sabía que se convertirían en realidad”.

El buque salido de Southampton

Falta detallar (es parte de una investigación de quien estas líneas escribe) que no sólo era el “único argentino”, ya que había otra compatriota más. Se trataba de  Violet Constance Jessop, quien había nacido en Bahía Blanca en 1887. Violet se había embarcado como camarera y enfermera. Pero en el caso de la jovencita bahiense falleció en 1971, sobreviviendo a la tragedia náutica más emblemática del mundo y de la historia.

Ella había trabajado en los transatlánticos RMS Olympic y RMS Titanic y falleció en Great Ashfield, condado de Suffolk, Inglaterra, cercana a St. Edmunds, un 5 de mayo del citado año.

Tanto el joven de Córdoba como la enfermera proveniente de provincia de Buenos Aires, habían formado parte de la catástrofe naviera más trascendente en el tiempo.

Un objeto o botella con una misiva, que llegó luego de años a costas ajenas a Reino Unido

(Fuente y agradecimiento a Atilio Ruben Calbucura y  Diego Bonifacio  de sus “MEMORIAS CURIOSAS ARGENTINAS”