
Capilla del Monte: Obra de teatro escrita, dirigida y representada por actores locales
Por Rubén Omar Scollo
“Las pasas de uva” obra teatral expuesta el pasado miércoles en la sala Enrique Muiño de Capilla del Monte(con tres funciones anteriores), volverá a representarse el miércoles 21 del corriente mes a las 21. Por estos tiempos donde las variantes emparentadas con el arte escasean, debido a los motivos consabidos (pandemia mediante), la tragicomedia que dirige Horacio Ruiz, con la dirección técnica de Belén Czerwiak, es una apuesta audaz y bien estructurada.
Es una obra en un acto representada por el grupo “El Establo” con libro del propio Ruiz y de Cristian Curto y que cuenta con el apoyo del Instituto Nacional del Teatro. Actúan Agustina Saccullo, Victoria Ratti y Curto, quienes se manejan durante los setenta minutos que dura la puesta, con notable solidez expresiva desarrollando un texto compacto y sin fisura alguna.
La historia está basada en la vida de tres personajes, que padecen una vida plagada de incertidumbres y problemáticas emocionales. Estos tres seres de características disímiles se encuentran en un momento clave de sus existencias en el puente Chimbatt. La alusión a ese sitio mítico de la antigua Persia, con su legendario Chimbat, construido sobre las aguas del arroyo “Nunca Jamás”, se conecta elípticamente a ese puente ancho para los justos y casi imposible de atravesar para los traidores. Allí, surgida del pasado se menciona a una hermosa muchacha que custodia ese entorno envuelto en brumas con el objeto de ofrecer su amor a aquél que lo recorra hasta el final. Hecho que según los persas, nunca llegó a suceder. Trazando analogías con la Estigia de los griegos y ese río del inframundo vinculado a las tinieblas y la noche (Nix), esta notable obra está enmarcada en un simbolismo muy bien desarrollado por los autores y sobriamente interpretada.
Las pasas de uvas que deben ser arrojadas se relacionan con el pasado, el presente y el futuro, abarcando un devenir que convive con la vida de cada protagonista. El puente se encuentra en peligro de derrumbe y René Wilvitz (Cristian Curto) está a la espera manifestando una profunda ansiedad, por una “supuesta inversión” que realizarían un grupo de empresarios japoneses. Julia, no sólo desea defender al viejo puente, sino que lucha como esa mujer de la mitología, por convencer a sus ocasionales interlocutores acerca de las bondades del lugar. Siempre reteniendo en su memoria el recuerdo de su padre que marchó y se convirtió en héroe y de su otro ser amado Marcos, tampoco vuelto a ver… ¡Jamás!
E Isabella, joven, bonita, verborrágica, participa de ese juego de dones a partir de su devoción y admiración por sí misma (una elevada autoestima avasallada por sus miedos). Pero cada uno de esos personajes esconde sus miserias, sus debilidades y sus frustraciones. Dentro de ese contexto especia Julial, la defensora del viejo puente, símbolo de la historia y del devenir constante, consigue que permanezca no sólo en pie, sino también salvar dos existencias que penden de un hilo como el mismísimo Chimbatt.
En síntesis, una obra compacta, notablemente interpretada y que conlleva un claro mensaje de esperanza: esperanza para con la vida y en contra de las frustraciones.