Apnea del sueño: Qué son y Cómo tratar los "terrores" nocturnos

Apnea del sueño: Qué son y Cómo tratar los "terrores" nocturnos

La apnea del sueño es un trastorno común en donde la respiración se interrumpe o se hace muy superficial. Estas interrupciones pueden durar desde unos pocos segundos a minutos y pueden ocurrir más de 30 veces por hora.

El tipo más común es la apnea obstructiva del sueño. Esta causa un colapso en las vías respiratorias o una obstrucción de ellas durante el sueño. Luego, la respiración vuelve con un ronquido o resoplido. La gente que padece de apnea suele roncar muy fuerte. De todos modos, no todas las personas que roncan tienen apnea.

Las personas que tienen más riesgo de apnea son: hombres, personas que tienen sobrepeso, historia familiar o pequeñas vías respiratorias. Los niños con amígdalas y adenoides hinchadas también pueden sufrir de apnea.

El diagnóstico se basa en su historia médica y familiar, un examen físico y en los resultados de un examen del sueño.

Cuando el sueño se interrumpe durante la noche, puede estar somnoliento durante el día. Las personas con apnea del sueño tienen mayor riesgo de sufrir accidentes de tránsito, accidentes de trabajo y otros problemas médicos. Si usted tiene apnea del sueño, es importante que reciba tratamiento. Estos pueden incluir cambios en el estilo de vida, dispositivos bucales, cirugía y aparatos para la respiración.

Los terrores nocturnos no son lo mismo que las pesadillas. Quien tiene una pesadilla se despierta y puede llegar a recordar algunos detalles; en cambio, quien sufre un episodio de terror nocturno sigue durmiendo. Por la mañana, los niños no suelen recordar nada de sus terrores nocturnos. Los adultos, en cambio, pueden llegar a recordar un fragmento del sueño que tuvieron durante el episodio.

Los terrores nocturnos suelen ocurrir entre el primer tercio y la primera mitad de la noche, y es poco frecuente que ocurran durante las siestas. Los terrores nocturnos pueden provocar sonambulismo.

Durante un episodio de terror nocturno, una persona puede:

  • Comenzar con un grito atemorizante

  • Sentarse en la cama y verse asustada

  • Mirar fijo y con los ojos muy abiertos

  • Transpirar, respirar pesadamente y tener el pulso acelerado, la cara ruborizada y las pupilas dilatadas

  • Patear y pegar

  • Ser difícil de despertar y, si se logra, mostrarse confundida

  • Ser difícil de consolar

  • No recordar el suceso a la mañana siguiente o tener pocos recuerdos de este

  • Posiblemente, salir de la cama y correr por la casa o tener una conducta agresiva si se le impide el paso o se la contiene

Los terrores nocturnos se clasifican como una parasomnia, una conducta o una experiencia no deseada durante el sueño. Los terrores nocturnos son un trastorno de vigilia, lo que significa que se producen durante el sueño N3, la fase más profunda del sueño sincronizado. Otro trastorno del sueño sincronizado es el sonambulismo, que puede producirse junto con los terrores nocturnos.

Existen varios factores que pueden contribuir a causar los terrores nocturnos, por ejemplo:

  • Privación del sueño y cansancio extremo

  • Estrés

  • Interrupciones en el horario para dormir, viajes o interrupciones del sueño

  • Fiebre

A veces, los terrores nocturnos pueden desencadenarse por afecciones no diagnosticadas que interfieren en el sueño, entre ellas:

  • Respiración asociada a trastornos del sueño: un grupo de trastornos que comprenden patrones anormales de respiración durante el sueño (el más frecuente es la apnea obstructiva del sueño)

  • Síndrome de piernas inquietas

  • Algunos medicamentos

  • Trastornos del estado de ánimo, como la depresión y la ansiedad

  • En adultos, consumo de alcohol

Los terrores nocturnos son más frecuentes si se tienen familiares con antecedentes de haberlos tenido o de sonambulismo, y son más frecuentes en las mujeres.

Las complicaciones que pueden resultar de los terrores nocturnos son:

  • Somnolencia diurna excesiva que puede generar dificultades en la escuela o en el trabajo, o problemas con las tareas cotidianas

  • Alteración del sueño

  • Vergüenza de los terrores nocturnos o problemas en las relaciones

  • Lesiones a sí mismo o, en raras ocasiones, a personas que se encuentren cerca.

 

Dicho esto ; veamos lo que se piensa desde el lado místico de la cuestión .

La muralla que separa la fantasía y la realidad se derrumba... el infierno se desata... duendes, brujas y otras criaturas míticas repentinamente aparecen, reales y amenazantes.

"La habitación está zumbando por la energía eléctrica y yo sé que hay otra cosa ahí, algo malo.

Por el rabillo de mi ojo pude ver a un hombre arrugado con una criatura espantosa, mitad araña, mitad cangrejo.

La criatura me agarra las piernas con sus muelas y el hombre salta sobre la cama. Siento sus manos presionadas contra mi pecho... luego las siento apretando mi garganta".

Así le contó “Laura” a su neuropsicólogo clínico Paul Broks uno de sus episodios de parálisis del sueño.

"En su forma básica, la parálisis del sueño ciertamente es muy común. Estás medio dormido y medio despierto y te das cuenta de que no te puedes mover. Típicamente dura unos segundos. Es desconcertante, pero no es grave", le explica a la BBC Chris French, director de la Unidad de Investigación de Psicología Anomalística de la Universidad Goldsmiths de Londres.

"Pero menos comunes son los casos en los que hay síntomas asociados, como una sensación muy fuerte de que hay una presencia, algo en la habitación contigo... así no lo puedas ver u oír, está ahí, y no tiene buenas intenciones: quiere hacerte daño".

"A veces puedes ver y oír esa presencia. Es una experiencia alucinatoria".

"Lo que la gente reporta que vio típicamente incluye personajes monstruosos, demonios, sombras negras, una luz que se mueve por el cuarto".

"También hay alucinaciones táctiles, en las que puedes sentir que te están sacando a rastras de la cama o que hay algo respirando detrás de tu cuello".

"Recuerda que no te puedes mover, así que puede ser absolutamente aterrador".

 

El neuropsicólogo Broks señala que trastornos como éste permiten comprobar que la identidad es más que el ego consciente.

"Nos permite vislumbrar capas ocultas del Yo, más allá del ego, las de la imaginación, alucinaciones, los sueños".

Sueño luego soy más de lo que pienso que soy.

"Siempre empieza con sonidos silbantes repentinos y luego quedo totalmente paralizada... aparte de mis ojos, puedo mover mis ojos.

Escuché la voz de mi papá, como si quisiera avisar que iba a pasar...

Lo vi parado en la puerta, un anciano harapiento. Tenía un caballo pequeñito, del tamaño de un perro. Mi corazón palpitaba con fuerza. Él le dio un vistazo a la habitación, se dio vuelta y se fue, seguido por su caballo".

Aterrador... ¿qué le está pasando?

Físicamente, "hay algo de evidencia de un aumento del flujo de sangre al área menos racional del cerebro", señala Broks. "Y la amígdala -un pequeño grupo de neuronas que está en lo profundo del cerebro y es el detector de peligro- entra en hiperactividad".

Y por fuera, "a menudo experimentan dificultades para respirar, sensación de presión en el pecho y un miedo intenso", completa French, antes de añadir lo que se sabe de esta... hasta la palabra pesadilla queda corta.

"En términos generales sabemos qué lo causa: en una noche normal de sueño uno pasa por ciclos de 90 minutos, en los que pasas de un estadio a otro. Tu ritmo cardíaco y respiratorio, las ondas cerebrales van cambiando".

"Pasas por eso hasta que entras en el sueño MOR (sueño de movimientos oculares rápidos). Esa es la fase asociada con los sueños vívidos. En ese estadio, los músculos de tu cuerpo están paralizados, presuntamente para evitar que realices las acciones de tus sueños", explica.

"Pero en un episodio de parálisis del sueño, algo sale mal. En palabras sencillas: tu cerebro se despierta, pero tu cuerpo no".

Así que puedes ver que estás en tu cuarto, pero no te puedes mover, y el mundo de los sueños entra en el real.

Los monstruos que Laura ve están fuera de su control, pero fueron generados por su imaginación, así que son parte de ella, pero están escapándose del inconsciente.

En la parálisis del sueño, dos de los estadios de consciencia, MOR y vigilia, están atrancadas, de manera que las imágenes del sueño se cuelan en la consciencia despierta.

Laura no sólo ve sus alucinaciones, las siente, las huele.

"Otra cosa que la gente dice es que los monstruos parecen conscientes, que su mirada revela que saben precisamente qué están haciendo", señala Broks.

"Para quien sufre de parálisis del sueño, tienen todas las características que asociamos con criaturas reales. En ese sentido son indistinguibles de la realidad".

"Puedes revertir eso y decir que todo lo real es imaginado", sugiere el neuropsicólogo.

"Es decir que, en términos del funcionamiento del cerebro, no hay una línea clara que divida lo que imaginamos y nuestra percepción del mundo que nos rodea. Ambos habitan los mismos circuitos del cerebro".

Así que la partición entre la realidad y la fantasía es endeble, y los monstruos de la parálisis del sueño pueden atravesar ese velo.

"Incluso nuestro propio cuerpo es una proyección imaginativa, por eso las alucinaciones pueden inmiscuirse en el espacio del cuerpo de la misma manera que los monstruos entran en tu cuarto", dice Broks.

Normalmente, vivimos con la intuición de que somos un ser "encarnado", de que tenemos un cuerpo que nos pertenece y del que nunca nos separamos.

Pero hay varios tipos de disfunciones de la conciencia corporal, desde el síndrome del miembro fantasma hasta el síndrome de Alicia en el país de las maravillas, en el que el paciente tiene la ilusión de que se encoge o se agiganta.

Y estos le permiten a los expertos entender mejor nuestras mentes.

Alicia cuando crece

A veces, las alucinaciones se instalan en nuestro propio cuerpo, como en el caso del síndrome de Alicia en el país de las maravillas.

"El síndrome del miembro fantasma es una experiencia muy poderosa y común", le dice a la BBC Peter Halligan, experto en perturbaciones de la conciencia corporal, al ilustrar cómo las alucinaciones pueden echar raíz en tu propio cuerpo.

"Afecta a cerca del 90% de los individuos que han sufrido cualquier forma de amputación: no sólo son las extremidades, sino cualquier parte del cuerpo, hasta los órganos internos".

Lo curioso es que incluso gente que ha nacido sin extremidades, puede sentirlas.

"¡Pero nunca las tuvieron! De manera que esa conciencia del cuerpo no está basada en la memoria autobiográfica", añade Halligan.

¿Quiere decir que la idea cuerpo es parte de la estructura del cerebro y está ahí de antemano para que podamos tener sentido de identidad?

"Exactamente. Hasta donde nos muestra la evidencia, la idea del cuerpo ya está ahí; es algo que desarrollamos pero ya está integrada en el cerebro".

Dibujo de niño

Resulta que -como temías- el monstruo sí estaba debajo de la cama.

A ver: nuestra percepción del mundo es una fabricación de la mente, y eso incluye a nuestros cuerpos porque son parte del mundo físico.

La idea del Yo está integrada a la del cuerpo, pero el Yo consciente -lo que pensamos que somos- no es más que una parte de ese proceso.

No gobernamos nuestras mentes ni nuestros cuerpos. De hecho, partes de nosotros, al parecer muy oscuras, son un misterio completo.

Y cuando algo sale mal, se nos pueden escapar todos nuestros monstruos, duendes, demonios cuando ni siquiera hemos tenido tiempo de levantarnos de la cama.

Como una humilde reseña les dejo mi propia experiencia aquí en este link